WARGAMES (John Badham, 1983)

—-Arcadi Ballester—-

«Traigo dos mensajes, uno para la comunidad de gente que cree en la sociedad del conocimiento, adelante, luchad por un internet libre, tengo otro mensaje, para las fuerzas de seguridad, para las brigadas telemáticas, por favor ya basta con el miedo, los chavales están utilizando la red para compartir y para canalizar su rabia, les diría que en vez de dedicarse a desmantelar cúpulas se dediquen a cazar banqueros y políticos corruptos que para eso les pagamos», lo dice Lord Epsylon.

La clave estaba en el guión y en localizar un núcleo, una computadora madre, WOPR. Como decías, el viejo mito del padre contable, el chico extraño que juega con cacharros extraños, un padre contable y una madre enfermera, una barbacoa el domingo y mi hijo acaba de filtrarse en la base de datos del colegio, cambio mis notas, por amor, la ética del atacante, la magia en tres escalas, blanco-gris-negro. Una contraseña, signo mágico, «pencil», «josua», «1984», líneas de luz. Un rostro reflejado sobre una pantalla.
Luego la historia de un exilio y el fanatismo reptiliano, una raza extinguida, la clave eran las tablas, el juego sin competencias, el previo empate, la rendición como lema o el idealismo constructivo, el origen de la gran biblioteca, sociedad del conocimiento. La destrucción total, sin lugar a dudas.
s21sec
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Live free or die hacking – mare nostrum – un cluster gigante – madre, matriz, objetivo final – conjuntos de servidores pequeños «atados» – réplicas – mirror – los puntos neutros. hacktivismo.
Cuando el peso de datos satura los nexos y las conexiones superan su temperatura máxima recomendada. Chispas, fuego, destrucción. Adiós Alejandría, la nada fue más lucida. El empeño estratégico por derrumbar la gran torre.